Madame Bovary de Gustave Flauvert

Charles Bovary, modesto médico de pueblo, se casa con Emma, de familia acomodada, educada como una señorita, pero con la cabeza llena de lecturas y sueños románticos. La estrechez de miras del marido y la placidez de una vida insulsa dejan insatisfecha a Emma, cuya ansiedad no consigue aplacar ni el nacimiento de una hija...


Madame Bovary es, sin lugar a dudas, una de las novelas más importantes de la literatura universal. Su publicación en 1856 suscitó un proceso por ofensa a la moral pública y a la religión, del que Flaubert salió absuelto. Favorecida por el escándalo, la novela inició a partir de ahí su camino a la gloria, que el paso del tiempo no hace sino acrecentar.
                                                                         (Cátedra, Mil Letras)



El autor
Gustave Flaubert (1821-1880) está considerado como uno de los más grandes novelistas de todos los tiempos. Figura puente entre el romanticismo y el realismo, dio una estructura definitiva a la novela, género todavía vacilante y ambiguo, elevándola a la categoría de los géneros clásicos.

Comentarios

  1. Me encanta esta novela de Flaubert y pienso que es estupendo que empecemos el club de la biblioteca con esta novela tan romántica. Me gustan algunos párrafos maravillosos y llenos de belleza literaria...pero "cuidado" con la insatisfacción de Emma.
    El ensayo de Vargas-Llosa "La orgía perfecta" ayuda a disfrutar de la novela.

    Saludos Concha

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  2. A cien páginas de concluir la novela y teniendo en cuenta que es la segunda vez que la leo (la vez anterior era muy jovencita) diré que me está gustando mucho. No puedo evitar compararla con "La Regenta", que me parece mucho mejor, con diferencia. Más que nada porque las protagonistas son muy diferentes: Emma Bovary no se hace querer (todo lo contrario) en cambio Ana Ozores sí que despertó mi simpatía... ¡y mi compasión!

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  3. AMBIVALENCIA DE MADAME BOVARY

    Emma es ambivalente. Pero su indefinición no es sólo moral y psicológica, tiene que ver asimismo con el sexo. Bajo la exquisita femineidad de la muchacha, se embosca un decidido varón.
    Emma no es libre, tampoco, por ser mujer. Es consciente de la inferioridad de la mujer en la sociedad en la que vive (el libro fue editado por primera vez en 1856). Feminista trágica -porque su lucha es individual, más intuitiva que lógica, contradiciéndose porque busca lo que rechaza y condenada al fracaso- en Emma late íntimamente el deseo de ser hombre. Hay muchas situaciones que señalan este deseo, como en el gusto en vestirse con ropas con toques masculinos. Este deseo esta implícito en su carácter dominante, en la rapidez con que apenas nota un síntoma de debilidad el varón, pasa ella a asumir funciones varoniles e impone a aquel actitudes femeninas. En las relaciones con León (su amante), por ejemplo, muy pronto toma ella todas las iniciativas. Pero precisamente porque León acepta con tanta facilidad la inversión de roles, el papel femenino que le impone la energía de su amante, Emma se siente frustrada y lo desprecia "pues le parece una mujer"; así su identidad con la mentalidad del macho es total.
    Emma está siempre condenada a frustrarse: siendo mujer, porque la mujer es en la realidad ficticia un ser sometido al que le está vedado el sueño y la pasión; siendo hombre, porque sólo puede conseguirlo volviendo a su amante un ser nulo incapaz de despertar en ella la admiración y el respeto que las virtudes supuestamente viriles que no halla en su marido y que busca en vano en el adulterio. Esa es una de las contradicciones que hacen de Emma un personaje patético.
    El heroísmo, la audacia, la prodigalidad, la libertad son, aparentemente prorrogativas masculinas; sin embargo, Emma descubre que los varones que la rodean -Charles, León, Rodolphe- se vuelven blandos, cobardes, mediocres y esclavos apenas ella asume la actitud "masculina" (La única que le permite romper la esclavitud a que están condenadas las de su sexo en la realidad ficticia).
    También en las relaciones conyugales (con su marido) los roles varón-hembra se invierten muy pronto. Emma pasa a ser la personalidad dominante y Charles el dominado. Se hace siempre la voluntad de Emma. Esto es así incluso después del suicidio de Emma, Charles decide un entierro suntuoso y romántico, conforme a los gustos de Emma. Después contrae los hábitos pródigos, los caprichos refinados de su mujer, con los que acaba precipitándose a la ruina, exactamente igual que ella: "Ella le corrompía desde la tumba".
    En Emma la virilidad no es sólo una función que ella asume para llenar una vacante (como otras mujeres porque el marido no es viril) sino también una ambición de libertad, una manera de luchar contra las miserias de la condición femenina.

    Mario Vargas Llosa: "La orgía Perpetua"

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