Basura de Héctor Abad Faciolince
Esta es la historia de una intromisión intolerable: el narrador tiene acceso casualmente a los relatos que Davanzati, un vecino suyo ex novelista, va arrojando a la basura nada más ser escritos. Desde entonces se convertirá en lector obsesionado de unos textos que, entre los desperdicios, conforman la galería de estilos de un escritor que trabaja para nadie, y tras de los que se intuye una existencia curiosa y de difícil reconstrucción. Las relaciones entre escritura y lectura, vida y literatura vistas desde un prisma completamente novedoso: los excesos y violaciones que comete todo lector.
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Crítica:
«Basura es una logradísima novela en la que no sabe qué admirar más: si el fulgor de la idea original o la destreza de su conversión en texto», (Ricardo Bada, Revista de libros).
«Rutas que intentan mostrar con personajes nuevos el mundo y las razones de los escritores en la voz de Héctor Abad Faciolince con Basura», (Winston Manrique, El País).
El autor
Héctor Abad Faciolince es una de las voces primordiales de la literatura colombiana contemporánea. Estudió periodismo en la Universidad de Antioquia, y Lenguas y Literatura Modernas en la Universidad de Turín, Italia. Ha sido columnista de los diarios El Espectador, de Bogotá y El Colombiano, de Medellín; y actualmente es columnista de la revista Semana, colaborador habitual de la revista literaria El Malpensante, de La Jornada Semanal, de México, y del suplemento Verbigracia, de Caracas. Con su novela, titulada Basura, obtuvo en España a principios del año 2000 el I Premio Casa de América de Narrativa Innovadora.
Me ha llamado la atencion la asimilacion del proceso de la escritua con la necesidad fisiologica de la digestion,que en este caso iguala denominandolo excrementos,al resultado comun
ResponderEliminarBASURA. Héctor Abad Faciliolince
ResponderEliminarDel narrador apenas se sabe nada, cuenta la historia del protagonista que vivía solo y en una soledad absoluta, el escritor Bernardo Davanzati, a través de unos escritos sueltos inconexos la mayoría de las veces. Sólo al final van encajando las piezas, aunque no todas. En ellas se cuenta la vida real de Davanzati mezclada con los personajes de ficción o seudoficción que él inventa, por ello a veces el relato resulta algo confuso. Digo de seudoficción porque a veces son personajes y situaciones paralelas a la vida real del protagonista; caso de Débora Uribe = Rebeca Aguirre (su ex mujer), Serafín Quevedo = “su máscara juvenil”, y el violonchelista = violinista amante de su ex mujer cuando todavía era su mujer.
Tanto en los personajes de ficción, seudoficción, o reales, Davanzati percibe o sabe que sus parejas le odian. A la mujer joven (“podía ser su hija”) por la que abandonó a su familia se lo escucha decir en una conversación telefónica. Serafín Quevedo lo percibe en Débora Uribe y en clarinetista con el que le engaña. En la vida real pone el odio en la mente de su ex mujer y su hija. El sentimiento de odio está presente a lo largo de todos sus escritos. Odia también la literatura, por ser escritor abandonó su trabajo en un Banco y descuidó a su mujer y su hija, por lo que las perdió. “La literatura que le ha robado lo que quería o alguna vez quiso: las personas”. Se odia también a sí mismo, “odio lo que soy y lo único que he sido”, quizás de este odio a sí mismo provenga verlo en todos los demás.
Hay también una referencia a algo que yo ya he leído y he escuchado a otras personas: los rasgos por los que más les gusta el amado se convierten con el tiempo en los más detestados: “Todo lo perfecto/se volvió defecto. /Tus palabras de miel/se volvieron de hiel”
También toca el tema del desenamoramiento: “el desamor callado de una mujer por un hombre”. “Y volvía a emprender su memorial de causas por las cuales yo ya no le servía, el ronroneo infernal de su sentencia, y yo veía ante mí el desierto sin ningún espejismo...”. Débora Uribe: “Desde que había dejado de quererle, hacía un par de meses, día tras día, aumentaban las cosas que no aguantaba de él (de Serafín Quevedo = Bernardo Davanzati)”
El libro termina enjuiciando duramente al protagonista en boca de una amante suya, Anapaola, “En realidad no quiere ni quería nada...”. [...] “Era un corazón seco, reseco, secado por la soledad y por la literatura, secado por el egoísmo y por el vacío de una vida sin amor”. Aunque el narrador ve en este juicio un punto de resentimiento.
Un saludo-
Es una forma original de contar una historia, que algunas veces no parece una, sino varias que van desdiciendo lo que ya se había intuido en las anteriores.
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